sábado, noviembre 27, 2004

Compañeros en esta ruta existencial

Por orden de importancia son la ina, el torrante, Evelyn y el viejo pelado. La ina es una quiltra que viene del remoto pasado, no tengo información exacta del número de años, es posible que sean varios o bastantes siglos; ni siquiera puede correr, sólo trota y para mi es un misterio como hace para llegar antes que yo a los platos con pellets. Espero conseguir con Evelyn que de a conocer una fotografía de la ina, ya que las palabras suelen ser menos eficaces que las imágenes en una descripción pero ustedes, mis inteligentes lectores, merecen el esfuerzo.
Quiltra obesa, consume tres veces más alimento de lo que gasta en energía y cuando el viejo pelado concluye que corresponde ponerla a régimen dietético y le disminuye un puñadito de pellets ella acaba su ración y viene a mi plato a resarcirse abusando de mi inveterado respeto por los ancianos.
Tal como participé, con mucha modestia, de mi vestimenta les informo como viste esta congénere. Pelo blanco sucio, liso grueso, corto, con manchones negros, distribuidos de cualquier modo como si hubiera escapado de alguien que le lanzó un tarro de pintura negra, se salvó del chorro grueso pero no de las salpicaduras. El viejo semicalvo, usted quería que dijera, casi alcanzó a leer “pelado”, la barre, si como suena si está leyendo en voz alta y si no, tal como lee, la barre con un escobillón y ella lo permite, primero de pie, después el viejo le ordena “muérase” y se acuesta de lado, otro barrido y empujada por el escobillón rota sobre su lomo, presenta el otro costado, barrido final y se para moviendo su mezquino, casi inexistente rabo sin mostrar molestias por haber recibido el mismo tratamiento que un suelo sucio. El viejo, ahora si, pelado, limpia el escobillón frotándolo contra un árbol y reclama de la abundancia de pelo perdido por la quiltra: “En esto pelos se me va la jubilación” No puedo terminar esta corta y carente de detalles presentación sin relatar el origen del nombre ina y como fue la llegada de la quiltra a este hogar que me tocó en suerte, suerte dudosa ya que habría merecido, por lo menos, tener a mi servicio a un viejo con toda su cabellera. A esta casa llegó en tiempos también remotos, entre quince y veinte años, una pequeñita dobermann con el carácter más alegre y amistoso que se haya conocido en perra alguna. Cuando el viejo, con un poquitín más de cabello en esos años, la sacaba a pasear a la calle, ya adulta y con el nombre de ina, atada con una resistente y brillante cadena que diera tranquilidad a los transeúntes veía con pena como todos cambiaban de vereda y nunca tenía oportunidad de mostrar sus raudales de cariño. De haber sido posible ella habría puesto sus patas en el pecho y lamido entusiastamente la cara a cualquier amistad que hubiera conseguido. El lamido siempre que no hubiera derribado al o la valiente. Tuvo que pagar por la mala fama de los dobermann. Ocurrió, en una oportunidad, que en la vereda de enfrente estaba echada al sol una quiltra callejera de despreciable y desconocido origen y a un descuido del viejo la ina sale, atraviesa, la quiltra no muestra ningún temor y recibe como saludo y homenaje merecido todas las lengúetadas que, por fin, pudo dar la ina. Decidieron que la repentina amistad debía continuar e ingresaron las dos a la casa, el viejo dijo una vez: “Como comadres de mate y tejido” ¿Y el viejo pelado? Tuvo que aceptar que donde manda dobermann no manda viejo. . Fallaron los intentos de colocarle nombre, a la voz de “ina” llegaban las dos y a la de “quiltra fea” también se presentaban ambas. La ina original tuvo cáncer a las mamas y falleció. Después de su muerte la quiltra ahora propietaria única del nombre ina, durante muchos meses pasó horas echada diariamente sobre la sepultura, presumiblemente esperando que su amiga saliera de ese lugar.

lunes, noviembre 01, 2004

Toby se presenta

Soy un jovenzuelo de edad casi madurando, 10 meses, si he contado bien desde enero del año 2004. Soy bellísimo, fascinante, seductor. Visto un pelaje liso, fino, café claro con artísticas áreas blancas. Debido a mi lúcida e innegable inteligencia mi cabeza es un poquitín más grande de lo que actualmente se considera justa proporción y mis patas delanteras acaban en una ligera inclinación hacia fuera, diseño que la naturaleza dispuso generosamente para mi y así permitirme estar firmemente parado en este difícil siglo XXI Un lector atento y mal pensado, usted no es lo último, diría: “Ah, se trata de un quiltro patojo y cabezón”. Al que pensó de este modo lo compadezco por su incapacidad de apreciar la belleza moderna que estoy inaugurando. Si, no sólo estoy corrigiendo los errados y caducos conceptos de estética sino también debo intervenir en la heráldica. Mi aristocrático linaje comienza conmigo y va a perpetuarse tan pronto encuentre novia a quien convertir en esposa, se que soy muy capaz. El hecho que sea la fuerte raíz y el tronco robusto de un nuevo árbol genealógico no significa que vaya a despreciar las nobles especies de la raza canina; a todas ellas mis profundos respetos. Si los lectores de mi pagina desean saber más de mi, me esforzaré por vencer mi innata timidez y humildad para volver a comunicarme con ustedes.